Artistas escobarenses
Rodrigo Delgado: la rana célebre
Las 17 silabas de la poesía japonesa, en tres versos sin rima, se conoce como haiku. En el siglo XVII el monje budista Matsuo Basho lo introdujo en Japón. Compuso un haiku con una rana que se transformó en la más célebre de la literatura del mundo.
Viejo estanque
rana se zambulle
sonido en el agua
Si bien el tema de la rana es un tópico poco explorado en la literatura hay muchas citas probables (todos los animales están personificados en alguna literatura), podemos asegurar que el referente de nuestra América para tal cuestión es Augusto Monterroso.
En esta línea compositiva, Rodrigo Delgado publicó La rana de Matsuo: un libro de haikus, epigramas, wakas y prosa poética.
El haiku es un ejercicio de renunciamiento, dice su autor. Y la explicación sirve para entender este artefacto poético. Un primer verso de cinco silabas, un segundo de siete y un verso último de cinco silabas. Una estrofa de tres versos. Un haiku, un poema.
Al respecto, el autor publica:
- Hay espacio suficiente,
aunque el haiku se asemeje
a un monoambiente.-
“El lugar es pequeño pero el corazón es grande”, podría decirse. El ejercicio es despojarse de las palabras sin perder el concepto, la idea que debiera transmitir el haiku.
En el prólogo del libro, otro poeta explica: “el hecho de que este libro de haikus -un hermoso, variado y profundo libro de haikus- aparezca publicado en Belén de Escobar configura, de por sí, un signo auspicioso. Una ciudad y un entorno donde la inmigración japonesa pareciera invitar al autor a incursionar en un artefacto poético de aparente –solo aparente– facilidad. Mientras leía La rana de Matsuo noté que el encanto inmemorial, inherente a esta clase de poesía, se hallaba intacto; pero, al mismo tiempo, un aire fresco se hacía presente. Un haiku renovado en que la eficacia poética reside en cómo surfear la elipsis, en la levedad repentina del último verso, o incluso en el remate humorístico. Seguramente el matiz inconfundible de toda la escritura de Rodrigo Delgado radique en la capacidad de asombro. Un asombro que es territorio común a la poesía y a la filosofía, a navegantes y a matemáticos, a ancianos y niños. Traducido en preguntas, hallazgos fonéticos o meras comprobaciones, este asombro puede partir de la mirada concreta, pero siempre desemboca en una instancia contemplativa”.
De esta manera, los juegos con la fonética, el doble significado de las palabras o la homonimia se descubren en los siguientes versos que citamos desparramados (dicho sea de paso, una facultad de La rana de Matsuo es la de poder leerse aleatoriamente en cualquier parte):
- Torre de Pisa,
puede verse en Italia
o en itálica.-
- Eva quiere que
Adán se dé otra vuelta
a la manzana.-
- Un obsequio es un
presente; el presente
es un regalo.-
- Anfibia fobia:
la rana teme al agua
y eso la aterra.-
Por último, un fragmento de la prosa poética:
- Hay una rana en mi casa
Es una rana que apareció después de una visión que me reveló que, en realidad, en este mundo, todas las cosas que percibimos son verdes.
Y sí, que todo está más o menos verde y que, además, todo va avanzando de a saltitos.
El agua del planeta esférico en que habitamos podría convertirse hoy –casi sin inconvenientes- en la forma y el brillo, excepcionales brillo y forma, de los ojos aterrados de una rana.
Pero…
Txt: Cristián Trouvé